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domingo, 14 de abril de 2013

TRANSEXUALIDAD Y EMPLEO

La mayoría de las personas transexuales tenemos que vernos abocadas a la prostitución para poder comer. Somos un colectivo minoritario e inexistente que por desgracias somos invisibles a los ojos de la sociedad y el Estado, así como de las diversas asociaciones que existen en España.


Afortunadamente para diferentes colectivos más desfavorecidos existen asociaciones que insertan en la sociedad a personas ciegas, sordas, enfermos mentales, con enfermedades raras, pero desafortunadamente para nosotras, no hay ninguna asociación dedicada a la transexualidad y a la reinserción social, dado que no estamos reconocidas y somos enfermas mentales por las leyes de este país y en la cartera de enfermedades (donde injustamente sigue apareciendo la transexualidad como enfermedad).

Las personas con discapacidad tienen una remuneración económica y además entran en un programa de inserción laboral de las Administraciones Públicas con el fin de integrarlos en la sociedad. Nosotras, si bien es cierto que no sufrimos una enfermedad psíquica, sí sufrimos una enfermedad social y muy grave. Dicha enfermedad conlleva marginación, exclusión familiar y laboral y lo más importante, exclusión personal frente a cualquier actividad pública en la que se nos pretende invisibilizar.

A través de este artículo me gustaría reivindicar la necesidad que tenemos las personas transexuales de una visibilidad e inclusión urgente ante esta sociedad del siglo XXI, preparada para aceptar la diversidad de las sexualidades, mal que le pese a los políticos de turno empeñados en que esto no sea así.

Una persona transexual es un ser humano normal y corriente que necesita comer, relacionarse, que tiene sus sentimientos y desarrolla su afectividad como los demás. No somos engendros que nos alimentamos de la nada. Hubo un tiempo, en la Antigüedad, en el que los transexuales éramos vistos como seres dignos de admiración e incluso se nos pedía consejos en las diferentes cuestiones de la vida porque apreciaban nuestra manera global de comprender el mundo. Con el tiempo se ha perdido esta sabiduría… ¿por qué ha cambiado todo tanto?

Comprendemos que esta realidad es traumática para muchos. Pero solo pedimos que la gente amplíe un poquito la capacidad de mirar a sus semejantes. De comprender que esta mundo está lleno de seres excepcionales, nosotras en nuestra sexualidad, otros en la suya: heterosexual, homosexual, bisexual… pero únicos e igualmente valiosos. 



Helena Blas Martínez