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jueves, 21 de marzo de 2013

LA CUESTIÓN RELIGIOSA: UNA TERRIBLE IRRACIONALIDAD

Existe un grave problema en el creyente. Un grave problema que podríamos llamar estructural. Un problema que cuestiona y hace tambalear su fe, mas no tiene que ver con los argumentos racionales que tanto desprecia la Iglesia al encontrarse en un plano diferente al de las creencias. Me refiero al Amor. Se les llena a los religiosos la boca, ese sepulcro blanqueado, de palabras que hablan del amor como Primer Motor del mundo. Pero, ¿a qué amor se refiere? ¿Al trascendente, al amor filial, al erótico que busca la comunión con el amado, al amor doloroso ante la ausencia y la muerte? Esta cuestión irracional no me queda clara. ¿Qué expresa su propuesta inicial? 

Aunque creo intuir, no obstante, que pueda tratarse todo de una construcción cultural humana (y muy humana) y que sería de justicia que el Amor Ideal acogiera a la suma de todos sus adjetivos. 
Llegados al núcleo de la cuestión cabría plantearse: ¿No es cierto que la Contemplación tendría que llevarles a la comprensión de ese amor polimorfo, incluyo aquí tanto el amor que goza como el amor que sufre? 

La Iglesia, en su falsa lucidez espiritual, está herida desde sus inicios; como lo está la propia religión que, seamos claros de una vez por todas, surge de la construcción racional ante la naturaleza desatada, las enfermedades y la muerte. Y no digo yo que no fuera necesaria su creación en la noche de los tiempos pero ha demostrado a lo largo de la Historia que causa más sufrimiento que calma en los corazones de las gentes.

Por qué le da tanto miedo a la Iglesia el amor gozoso del sexo y oculta lo evidente a la vida cotidiana de su grey. Por qué esa furia contra el amor de las semejanzas, contra el amor homosexual. Qué tipo de Espíritu insufla la Sabiduría en el alma del creyente o de este nuevo Papa (que ya como cardenal presionó contra el progreso social de su país, Argentina, y su ley de matrimonio igualitario), qué mediocre clarividencia para entender al ser humano tienen. 

De nada me sirve que Francisco I se ponga del lado de los pobres si no comprende que hay otras minorías que jamás serán atendidas, a no ser que se arranquen estas un importante trozo de su ser, su sexualidad diferente. No creo que sea tan difícil entender que la realidad humana es tan compleja como intuimos desde los orígenes y que es imposible abordarla desde un sector que nunca ha aceptado los signos de los tiempos.


Articulo de:
Cyrano Gay Bergerac