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jueves, 7 de marzo de 2013

LA NUEVA REVELACIÓN BÍBLICA

“MIRAD QUE ANDÁIS COMO INOCENTES CABRAS LOCAS, SEDUCTORAS Y APETECIBLES EN MEDIO DE FAMELICOS LOBOS, HIPOCRITAS Y FARISEOS, CON PIEL DE MACHO CABRÍO”, I

DEL EVANGELIO SEGÚN SAN EFEBOFILO (Capítulo Iº: Versículo cinco)

Para la maquiavélica Iglesia Católica, docta y hábil maestra en explicar la irracionalidad de un credo elevándola a indiscutible dogma de fe, los malabarismos acrobáticos para condenar la pedofilia y salvar la efebofilia se ha convertido en un juego de niños. Diablillos perversos, curiosos y traviesos, que según el obispo de Tenerife, Monseñor Bernardo Álvarez, corto de mente y deficiente sexólogo infantil, se sienten masoquistamente atraídos en cuanto despunta su apetito sexual por la cercanía del peligro, que supone tentar con su pueril e indefensa inclinación pecaminosa a la firme y represiva continencia comprometida por medio del voto de castidad o la promesa de celibato.

Inermes y desamparadas criaturas adolescentes, que a partir de los 13 años, según el avispado y alto clérigo de cerebro de abejorro, se lanzan al vacio de seducir a los representantes de la institución, que de forma más angustiosa, inquisitorial y opresora ha perseguido a lo largo de la historia las relaciones entre personas del mismo sexo. Temerario e insensato comportamiento, con el que ciertamente se arriesgarían a estrellarse contra el abrupto y escarpado terreno de la incomprensión, y con el que acabarían, además, viniéndose abajo, doblegando insistentemente la espalda y de rodillas, besando el sucio polvoriento y escabroso suelo y por ultimo terminarían por atragantarse con la humillación de recibir moralizantes y disciplinantes amonestaciones de oscuras y supuestas figuras de referencia, que en realidad son una falsa moneda de doble cara. Pero las dos igual de tenebrosas, por un lado son fariseos, que presumen de consejeros espirituales y por otro son hipócritas, que ejercen de tutores educativos.

Maestros, especializados en la ciencia teológica del engaño, o lo que es lo mismo, en practicar injustamente lo opuesto, a lo que predican y enseñan en nombre de Dios. Procedimiento formativo, en el que componente punitivo constituye un pilar central y apuntalador y en nombre del cual se fuerza a los párvulos pupilos, durante su proceso de aprendizaje, a degustar los amargos y purgativos tratos, lógicamente mal nacidos de la obstinada, hostil y enfermiza cerrazón. Malos tragos, que cubrirían una parca gama de sabores, que van desde el suavemente ácido y áspero hasta el fuertemente agrio y escocedor. Cilicio penitente, forzoso, que previsiblemente abarcaría desde ser, como mínimo, afectuosa y oralmente reprendidos por la coherencia de los preceptores religiosos más entregados, cordiales y considerados, tachados de blandos por sus colegas; hasta, como máximo, ser severamente castigados física y psicológicamente por la ira de los fanáticos instructores más duros, despóticos y dictatoriales. Como hemos podido comprobar todos, los que en alguna etapa de nuestro proceso formativo hemos convivido con un sistema educativo basado en un estricto, impositivo y autoritario ideario religioso.

Sistema educativo, que mutaba los orfanatos y el régimen de internado en auténticos campos de concentración, privativos de la libertad física, y que además son restrictivos respecto al derecho de expresión y coercitivos en cuanto a la facultad de pensamiento crítico moral o espiritual. Centros de adiestramiento político y religioso que controlan, muy de cerca y con medidas correctivas, cualquier tipo de acciones o estados, que contradigan la doctrina cristiana oficial en materias clasificadas como de especial relevancia, como son los atentados cometidos contra el sexto mandamiento.

Precepto, que como todos recordamos reza del siguiente modo: “no cometerás actos impuros”, y que conmina a la abstinencia de todos aquellos actos, que producen placer sexual, que no vayan enfocados a la procreación dentro del matrimonio religioso y sean fruto del amor. Prescripción reforzada por un noveno y controlador mandamiento, que dentro del decálogo ordena: “No consentirás pensamientos ni deseos impuros”, y que por tanto obliga a mantener una estrecha vigilancia basada en la premisa, que seguro os sonara: “Quien evita la tentación evita el pecado”.

Máxima, en la que a lo largo de los siglos se ha fundamentado la rigurosa, opresiva y claustrofóbica cruzada, que las Iglesias católicas, protestantes y ortodoxas han mantenido contra el infiel y promiscuo “Don Carnal, transformándose este combate secular en una obsesiva contienda por el control absoluto del cuerpo, la mente y el alma, que constituyen las tres dimensiones esenciales del ser humano, que conforman su compleja individualidad.

Dominio obsesivo, que se ha materializado como uno de los principales métodos de humillación y vasallaje ejercidos por el poder eclesiástico, a través de las sucesivas etapas del devenir histórico, hasta nuestros días en las parcelas de la vida pública y privada, en las que ha extendido su abusivo yugo. Tiránica teocracia, que impone su real o pretendida autoridad, marcando un doble viacrucis para los seculares mártires, que lo han padecido involuntariamente. Calvario, dividido en dos caminos, angostos, pedregosos y paralelos, de los cuales una senda está marcada por el abusivo sometimiento físico, mental y psicológico, impuesto por medio del coactivo poder político y la otra vereda está trazada por la potestad moral y espiritual, ejercida por medio de la sumisión obligatoria o voluntaria a una doctrina religiosa.

Doble trayectoria, formada por estos dos surcos dominantes, recién citados, que tradicionalmente han sido inseparables, y que a lo largo de su recorrido histórico han sido sembrados con un sangrante y cruel reguero de victimas, inmoladas en el altar consagrado a la Santísima Inflexibilidad.

Suprema Divinidad del fundamentalismo religioso, que integra una triple naturaleza, compuesta por tres esencias bautizadas con denominaciones sinónimas: La Intransigencia, la Intolerancia y el Fanatismo, que fusionadas forman una misma, detestable y deificada sustancia, mencionada desde tiempos inmemoriales con nombres malditos desde la más remota antigüedad, tales como: Ira, Venganza y Justa Retribución, dictada por la Ley del Talión, cuya inapelable, proverbial y controvertida sentencia es difamada y mundialmente conocida como: "Ojo Por Ojo, Diente Por Diente"

Una vez leído todo lo anteriormente expuesto a todos os resultará fácilmente imaginable el ambiente tan opresivo, que se respira en el interior de los centros educativos, primordialmente internados, orfanatos y correccionales, regentados por o propiedad de entidades religiosas. Colegios privados, que se encuentran tradicionalmente entre las instituciones más represivas, de cuantas se responsabilizan de una infancia y adolescencia abandonada, negligentemente por los despreocupados poderes públicos y por las inconscientes familias, a su suerte en las manos más largas que existen. Me estoy refiriendo a las de Dios, ya que tratándose de un ente todopoderoso y omnipresente penetra hasta las partes más intimas del cuerpo, que nadie piense mal, estoy hablando del aparato circulatorio y más concretamente de un órgano, el corazón.

Pero lógicamente el Divino Ser, limitado por su naturaleza inconsistente necesita y se vale para realizar su labor espiritual, es decir, su Opus Dei, a nivel terrenal, de obreros predispuestos e inspirados por su insustancial voluntad, que manipulen, en el campo de la educación, la mies, o lo que es lo mismo, el alumnado que, siendo abundante, anda perdido y hambriento de enseñanza, como oveja descarriada huyendo de la Bestia, más peligrosa que existe la Seductora Ignorancia.

ARTICULO DE: LM.ROMAN