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martes, 20 de agosto de 2013

MITOS ACERCA DE LA TRANSEXUALIDAD:

La mayoría de la sociedad tiene un concepto y unos mitos sociales acerca de lo que es la transexualidad. Muy pocos aceptan nuestra presencia sin cuestionamientos (a esto ayudaría bastante la despatologización de la transexualidad por parte de las autoridades competentes). La madurez social frente a las sexualidades sería un paso decisivo para nuestra libertad sin armario y, por lo tanto, hacia un estado de salud necesario para el ser humano. Recordemos que la OMS (Organización Mundial de la Salud) define el concepto de salud como estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia. La intolerancia social nos oprime de tal manera que nos impide nuestro pleno bienestar. Esa intolerancia parte de las creencias erróneas en torno a un sexo que no encaja en los esquemas heterocentristas (que rechazan un tercer sexo) y que repercute gravísimamente sobre un sector de la población.

Lo primero que debería de cambiarse es el mito de que la transexualidad es un capricho (este es un punto clave para la tolerancia de las personas trans). No es una idea pasajera decidida en una mañana, la persona transexual nace con esta condición independientemente de que en su niñez haya dado síntomas de mayor o menor muestra de virilidad; es decir, una persona afeminada no siempre tiene porque ser gay o transexual, en cambio, una persona que no haya dado manifestaciones de serlo, ni haya sido afeminado en su niñez, puede ser transexual y estar reprimido hasta límites insospechados, tanto que pueda llegar a afectarla a su salud de manera grave.

El hecho de ser más afeminado en la infancia no está unido a la transexualidad; de ahí los padres que manifiestan que su hijo no se puede sentir chica porque de pequeño era muy macho y no ha dado ningún síntoma de afeminamiento. Ese concepto está aún muy arraigado y las personas trans, dado el sufrimiento vivido, pueden ser muy camaleónicas y reprimir su personalidad hasta el punto de caer enfermas psicológicamente
antes de mostrarse con naturalidad.

Otro mito que me gustaría desenmascarar es que todas las personas transexuales son travestis o chicos vestidos de chica y viceversa. Este mito ha causado demasiado daño dentro de nuestro colectivo ya que no se puede opinar de algo sin conocer la realidad. Una persona travesti es aquella que no se siente mujer, solamente se viste como tal para realizar un trabajo remunerado o simplemente le gusta vestirse con ropa femenina, pero su identidad es plenamente masculina. En cambio, una persona transexual es aquella que, pese a la marginación, decide cambiarse de sexo con todo lo que con ello implica y ¿por qué?, dirán algunos, pues por la sencilla razón de que no pueden concebir su existencia siendo chico con cuerpo de chica y viceversa. Para nosotras es una verdadera tragedia, muchos incluso se plantean el suicidio antes de vivir la tiranía de una sociedad transfóbica. Quiero aclararlo para aquellas personas que afirman, por ignorancia, que se puede vivir en esta situación contrariada.

En último lugar, aunque no menos importante, me gustaría aclarar el mito que dice que la reasignación de sexo no conlleva problemas cuando se decide dar el paso. Primero, debes someterte a infinidad de pruebas psicológicas, análisis e ingresos hospitalarios; luego, tendremos que soportar las burlas, insultos, desprecios de tanta gente y afrontar el hecho de que tu familia te repudie, a pesar de que identifiquen tu libertad con una enfermedad. ¿Quién dice que lo nuestro es un capricho? Qué verdad es esa frase que dice: la ignorancia es muy atrevida.

Helena Blas Martínez  .

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