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lunes, 17 de septiembre de 2012

LAMENTO REIVINDICATIVO POR LA MUERTE DE VOLANTE, ÚLTIMO MÁRTIR DEL TORO DE LA VEGA


Cuando leáis esta nota de pésame indudablemente estaréis tan afligidos como el resto del movimiento animalista internacional, que en todo el mundo consciente de la tragedia acontecida el pasado 11 de septiembre rasgó en esa fatídica fecha sus vestiduras de color verde esperanza en señal de duelo, rabia e indignación por la muerte de Volante, cambiándolas por las de luto riguroso en memoria identificativa con el color de la descuartizada piel de este nuevo mártir 

Víctima ese aciago día de la macabra acción directa de una manada de medio millar de animales inhumaos sedientos de sangre, que se transforman en cazadores por el simple placer de disfrutar a costa del sufrimiento de un ser vivo infinitamente más débil y frágil en comparación con la fortaleza y dureza de una jauría de mezquinas fieras. 

Viles hienas, que atrapan y matan por diversión a estos nuevos mártires de la cristiandad en un espectáculo absolutamente despreciable, que convierte a esta población vallisoletana en un gran circo romano, donde una turba de fervorosos aficionados e incondicionales partidarios de esta sangrienta masacre aplauden y gozan con vehemente e irracional entusiasmo de esta terrorífica persecución. 

Linchamiento rematado con la inevitable ejecución de un animal desamparado legal y socialmente, asustado y acosado por una muchedumbre incontrolada y enfurecida, sin posibilidad de defensa y protección de la acusación de no ser humano. 

Culpabilidad agravada por el hecho de ser toro y bravo, circunstancia esta última todavía por demostrar, por la que termina siendo condenado a muerte por una multitud sádica e inclemente, que le cierras las puertas a cualquier oportunidad de rebasar la línea del indulto. 

Beneficio, que no se le ha permitido recibir a Volante, valeroso vikingo armado solo de casco, reclutado a la fuerza y enviado a una gloriosa y segura muerte, combatiendo contra un enemigo, que le supera numéricamente en una proporción como mínimo de uno a quinientos y dotado además de afiladas lanzas de una longitud de hasta tres metros. 

Valiente soldado, que negándose pacíficamente a violar las fronteras de la Vega, actitud que se interpreta como una declaración de guerra, lo que convierte este terreno en un campo de batalla, fue atacado a traición a la vez por ambos flancos de forma ilegal en terreno neutral. 

La muerte injusta le alcanzó ajusticiado por un verdugo, elegido aleatoriamente por un cruel y forzado destino, y que este año ya tiene nombre y apellidos, de los cuales no deseo acordarme; pues pasa a engrosar una larga lista de sicarios. Asesinos a sueldo, que pretendiendo lograr, como única ganancia, la fama inmortal, ni siquiera ha quedado recuerdo de ellos. 

Sucesión de sanguinarios e inmisericordes sayones, que se inicio como mínimo en 1534, primer año del que se tiene constancia escrita de la existencia de esta infame gesta, que distingue a un matarife como autor principal de una hazaña reprobable, que denigra a toda la colectividad, que la propicia. 

Asesinato promovido y aclamado por un populacho inconsciente de la gravedad de un acto sacrílego sustentado por la complicidad de una congregación de más de 30.000 falsos peregrinos, que supuestamente vienen a participar en la celebración de las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Peña. 

Auténticos turistas llegados anualmente a Tordesillas principalmente desde Castilla y León, pero también de diversos puntos de España fieles a una tradición, en la que se vierte ancestralmente el fluido vital de un toro. 

Oblación ritual, que riega secularmente una vega, que lejos de ser fertilizada por el río rojo de la vida, reniega de esta inmolación, volviéndose cada vez más estéril, negándose a dar fruto. 

Todos los novenos meses del año la madre Tierra escupe la sangre virgen procedente del sacrificio blafesmo de uno de sus vástagos predilectos, el Abel de más nobleza y fortaleza, ofrecido por caínes fratricidas y soberbios, que se creen con el derecho de usurpar la potestad divina de decidir sobre la vida o la muerte de las criaturas, que gozan de su paternal protección. 

Fanáticos seguidores de una tradición, que se ha terminado convirtiendo en una traición a la condición humana y a la voluntad divina, que abomina de estos espectáculos sangrientos asociados a las festividades y solemnidades del calendario religioso. 

Celebraciones, en las que se rinde culto paradójicamente al creador de la vida, generando muerte, profanando lo más sagrado, inmolando un ser sensible, que es un don de la naturaleza y cuya existencia debería ser respetada, valorada, considerada inviolable y defendida en grado máximo precisamente por los devotos creyentes. 

Religiosidad hipócrita, que bendice con su silencio cómplice y con su participación el derramamiento de sangre de una víctima inocente en un holocausto impío repetido generacionalmente de forma anual con la connivencia de todo un pueblo, Tordesillas. 

En esta localidad vallisoletana se ha perseguido, acorralado, torturado y asesinado con premeditación y alevosía a Volante, representante de una especie maldita compuesta por bueyes, vacas y toros, condenada y castigada por la maldición de haber sido elegidos los primeros como bestias de carga, los segundos para explotación ganadera y los últimos, reservados dentro de la heterogénea población bovina, para marginar de ellos a una serie de individuos. 

Especimenes, con unas determinadas características, seleccionados para crear la supuesta raza del toro de lidia, creada artificialmente por los ganaderos apartando, entrenando y condenando a estos bóvidos a ser protagonistas involuntarios pero obligatorios en diferentes espectáculos taurinos, como las corridas o los encierros, en los que son inmolados para diversión del hombre. 

Decisión humana, que contradice el designio divino, que nos recuerda que el mayor sacrificio y por tanto el de aroma más agradable en su presencia es el trato verdaderamente humano con el resto de la creación, la protección especialmente de las criaturas más inermes contra la incomprensible crueldad del hombre y la defensa con auténtica pasión de la dignidad inherente a la condición de ser vivo de todos nuestros semejantes con los que compartimos la misma esencia sensible. 

Realidad perfectamente comprendida por el pueblo judío, que en el proceso de maduración de sus practicas religiosas profesadas ancestralmente alcanzó un nivel evolutivo sin precedentes al prohibir todo tipo de sacrificios rituales reemplazándolos a partir del año 590 por el relato del desarrollo de estos llamados holocaustos, considerando su lectura como sustitutivo aceptable de su ofrecimiento. 

Ojalá algún día al sadismo individual o colectivo no le quedé más remedio, que saciar su sed de sangrienta diversión recurriendo al recuerdo de tan incivilizadas demostraciones de la brutalidad humana visionando las imágenes grabadas en video o revisando la narración de tan infames actuaciones representativas de una época en la que el retorcido o primitivo intelecto humano pretendía camuflar conscientemente o concebía erróneamente la cultura de la destrucción de la vida como una elevada manifestación de creación artística acorde con el progreso social. 

Y de esta forma el activismo animalista pueda abandonar el luto riguroso en memoria de esta última víctima para celebrar uno de sus más elevados hitos históricos consiguiendo la desaparición del criminal torneo del Toro de la Vega, símbolo del máximo nivel de deshumanización alcanzada en la relación del hombre con el resto de seres vivos 

Crónica de una muerte anunciada, como en el caso de Volante, cuya esquela mortuoria está apareciendo en numerosos medios de comunicación. Nota informativa sobre el desenlace previsible de un combate desigual entre un moderno Perseo enfrentado a la furia conjunta y titánica desatada de medio millar de seres infrahumanos. 

Caballistas y peones, que unidos por el objetivo de derrotarle a cualquier precio aplastan la insuficiente y provocada bravura impotente ante una horda de incontrolados bárbaros, que persiguen, orgullosos de la misma, la efímera popularidad del vencedor. Reconocimiento a nivel local inseparable de la vitalicia esclavitud del desprestigio personal y colectivo a nivel mundial. 

Deshonra incompatible con el renombre a perpetuidad que exclusivamente alcanza el astado héroe que pasa a disfrutar libremente por toda la eternidad de los verdes y jugosos prados de la inmortalidad. 

Artículo de Nuestro compañero Luis Miguel López Román publicado en La Opinión: 
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2012/09/17/lamento-muerte-toro/427964.html